
Recomendación lectora de Jreconoplasta:
Grand Hotel Europa. Ilja Leonard Pfeijffer. Acantilado (2021)
Me encuentro a Joseba por la calle y me dice que justo venía del Rincón de comprar un libro de Trafis que le había dicho Belén que teníamos. Aparece Miguel V. y nos cuenta que acaba de devolver un libro a la biblioteca que le ha encantado. Salgo corriendo para que no me lo quite nadie porque se lo acaba de contar también a Paloma que también anda al acecho. Efectivamente es “el libro del verano”: una novela sobre el turismo que a su vez esconde un ensayo sobre esta actividad y una crítica al turismo de masas. Aquí hay de todo: el placer de viajar, nuestro deseo de ser viajeros y no turistas, el impacto del turismo sobre la economía, la masificación de las ciudades y monumentos, la búsqueda de experiencias viajeras y de la “autenticidad”, el turismo de riesgo, la gentrificación y los apartamentos turísticos, el problema de la vivienda, las colas en los museos… Pero también es una reflexión sobre la vieja Europa, y sobre la inmigración y los refugiados y sobre el catetismo de la extrema derecha y sobre arte, y sobre Caravaggio, y sobre el pasado y el futuro… Efectivamente para viajar lejos, no hay mejor nave que un libro (Emily Dickinson).
Algunas citas:
“Resultó ser una concentración convocada por distintos grupos de extrema derecha que reclamaban más autonomía para la región del Véneto. Algunos creen que todos los problemas existentes se solucionarían de forma automática con mayor poder de decisión (…) Por otro lado, desde un punto de vista psicológico parece comprensible que la gente tienda a externalizar sus problemas. Si podemos echarle a alguien la culpa de nuestros males, parece que ya hemos encontrado la mitad de la solución.
Las pancartas y las octavillas que estaban repartiendo identificaban como culpables a los sospechosos habituales: el gobierno de Roma, los tecnócratas de Bruselas y la avalancha de extranjeros, de la cual, responsabilizaban a esos mismos políticos corruptos. Pero los extranjeros a los que se referían no eran los turistas que estaban a su alrededor haciendo fotos de la protesta, quieres, como representantes de una invasión incontrolable de proporciones crecientes, constituían la auténtica avalancha que estaba arrasando la ciudad y hundiéndola poco a poco en la laguna. No, éstos tenían dinero, por lo que no podían ser la causa de ningún mal. Quien cree ser víctima de alguna desgracia, suele culpar de sus problemas a aquellos que padecen desgracias aún mayores. Los débiles la toman siempre con quienes son más débiles que ellos.”
“La simiente de la xenofobia está en la nostalgia de tiempos mejores, hayan existido o no. Es muy tentador pensar que la solución de nuestros problemas actuales pasa por atrasar los relojes hasta una época en que esos problemas todavía no existían. En esa idea se basa el populismo de derechas, que, en esencia, es fruto de la nostalgia. Primero se crean, alimentan y amplifican la insatisfacción y el miedo, y a continuación se presenta como solución un pasado idealizado en el que todo era perfecto.”
“Antes, las vacaciones eran un periodo de descanso. Hoy en día son una oportunidad que nadie quiere desaprovechar para mostrarle al mundo su personalidad y su forma de vida. Los tiempso en que considerábamos las vacaciones un periodo de ociosidad y reposo han quedado atrás. Cuando salimos de viaje lo hacemos con el objetivo de vivir experiencias únicas y auténticas, y los demás, que buscan exactamente lo mismo, nos molestan, pues su mera presencia basta para que nuestra experiencia ya no sea única y auténtica.”
“La libre circulación de personas es un gran bien, y Europa tiene la maldición de que su pasado es muy fotogénico. En mi opinión, el verdadero problema es el libre mercado. Y no me refiero sólo al hecho de que la libertad de mercado permita e incluso estimule que las compañías aéreas compitan entre sí con tarifas muy por debajo de lo que sería aceptable para cualquier persona con una mínima conciencia de los daños que causa la aviación al medioambiente. Lo que quiero decir es, sobre todo, que la mentalidad neoliberal dominante constituye un obstáculo que hace prácticamente imposible desarrollar estrategias efectivas para canalizar el turismo de masas de la mejor forma posible y minimizar las consecuencias negativas del mismo. Lo que está ocurriendo, en esencia, es que el centro histórico de nuestras ciudades se ha convertido en el campo de batalla donde los negocios particulares, con el fin de maximizar sus beneficios, están dispuestos a ceder al mal gusto de los turistas, y las autoridades no intervienen porque cegadas por su fe dogmática en el libre mercado, se han negado a sí mismas todos los medios para establecer unas reglas del juego más sensatas.”