La mayor parte de las propuestas alternativas que mencionamos en nuestra web o en nuestro bestseller «Cuentos chinos de la economía y otros chascarrillos para acabar con el sistema» apuntan al decrecimiento como el modelo que permitiría superar los errores más graves del actual sistema económico. Un modelo con el que se podría compaginar mejor el respeto por el entorno y la mejora de la calidad de vida de todas las personas. Un modelo que considera fundamental abandonar la inviable “crecimanía”, es decir, abandonar el objetivo de más producción y consumo a cualquier precio y de cualquier bien y servicio.
Y todo ello sin renunciar a una mejora de la calidad de vida, del bienestar y de la felicidad de una parte creciente de la población mundial. Aplicar la máxima de que muchas personas podemos vivir mejor con menos, podemos llevar a cabo un consumo más responsable y de menor impacto, podemos valorar más las pequeñas cosas, la lentitud, la austeridad y la sobriedad por encima del despilfarro y la irracional visión cortoplacista del sistema capitalista.
No es fácil pensar en que se vaya a producir un cambio global del paradigma económico dominante en nuestras sociedades del «tanto tienes, tanto vales“ y del “cuanto más, mejor” pero sí que resulta mucho más factible y sencillo pensar en que cada uno de nosotros, aplicando algunas de las propuestas alternativas que existen, podemos lograr cambios muy positivos para la sociedad, el entorno y nuestro propio bienestar.
No hace falta que esperes un cambio global de la economía, puedes, aquí y ahora, introducir cambios en tu comportamiento. Porque para cambiar el sistema primero tendremos que cambiar las reglas, empezando por nuestras propias reglas porque, al fin y al cabo, economía eres tú…
Lo contrario será seguir echando más madera sin ton ni son…