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Erik Brenes ha ayudado a poner en marcha decenas de proyectos de monedas sociales en América Latina. Licenciado en Finanzas en su país, Costa Rica, y doctorando en economía social en una universidad italiana, defiende el uso de estas monedas alternativas como forma de crear una economía más sostenible y solidaria. «No se puede dar a un botón y que inmediatamente surja otra economía, pero se puede apoyar los proyectos de base que existan para que la economía convencional vaya perdiendo sentido», dice. Algunas estimaciones hablan de que ya existen 5.000 monedas sociales en todo el mundo.
¿Qué son las monedas sociales? ¿Para qué sirven?
El filósofo Karl Polanyi decía que el sistema capitalista nos obliga a hacer relaciones económicas de una única forma, a través de la moneda, y ha eliminado otras formas de relaciones comerciales, como son la solidaridad y la reciprocidad. Una moneda social que esté bien diseñada debería de estimular procesos sociales y solidarios. Nosotros en América Latina tratamos también de estimular procesos ambientales.
Funcionan exactamente igual que el euro o el dólar con la diferencia de que la riqueza que generan se queda en el ámbito social. Algunos académicos las llaman monedas locales porque normalmente se adscriben a un área geográfica muy limitada, y también se les dice monedas complementarias porque la idea es que complementen a la economía hegemónica, pero no que la desplacen.
¿En ningún caso se pretende entonces sustituir a las monedas convencionales?
No, sustituirlas es muy difícil, prácticamente imposible. En los proyectos que tenemos creamos redes de colaboración solidaria en la zona geográfica de acción de la moneda a través, por ejemplo, de muchos locales comerciales que deciden aceptar la moneda para estimular su circulación. Una de las redes más grandes que tenemos es en El Salvador: allí hay 85 locales involucrados; cuando uno llega a pagar en dólares americanos, te los aceptan, si pagas con udis (unidad de intercambio solidario), que es la moneda local, cada negocio sabe qué porcentaje de la venta puede aceptar con moneda local.
Por ejemplo, si vas a un restaurante y pides un pescado y una coca cola, es probable que el pescado venga de algún pescador local y se pueda pagar con moneda local, pero la coca cola jamás podrás pagarla en esa moneda social porque su fabricante no lo va a aceptar.
Pero el objetivo sí es, al final, cambiar la economía.
La idea es ir creando otra economía. Casi todos los proyectos que conozco empezaron porque detrás hay una idea de producción diferente, más solidaria, para no depender de una sola forma de relación económica. El Foro Social Mundial lleva quince años hablando de que otra economía es posible, yo digo que ya es hora de dejar de hablar y de empezar a construirla. ¿Cuántas veces vamos a solucionar las crisis del sistema capital, doscientos años más?, ¿cómo somos tan tontos como sociedad?
Entonces, ¿suelen ser organizaciones las que ponen en marcha estos proyectos?
Usualmente son organizaciones de base o de la economía social las que deciden implantar una moneda en su rango de acción y, a través de sus actividades económicas, sociales y medioambientales, la ponen en circulación y estimulan su circulación y retorno. Cuando una moneda circula y pasa de mano diez veces ha creado diez veces riqueza. La idea es que una moneda social haga lo mismo. La diferencia es que, mientras que el euro con el que hemos operado hoy puede estar en Berlín o en Atenas dentro de dos días, la moneda social siempre se quedará aquí: el euro se va de la zona, pero una moneda social se queda en la localidad circulando entre los miembros y creando riqueza allí mismo.
La moneda en sí no crea riqueza, no es el euro el que crea riqueza, sino todas las relaciones que hay detrás. Los procesos de moneda local no son fáciles de explicar porque hay que romper una lógica en la que estamos demasiado atrapados, que es la de la moneda única y el monopolio de los bancos centrales.
¿Cómo se consiguen cambiar las relaciones económicas a través de una moneda?
Pongo un ejemplo. Hay una cooperativa de café y caña en Costa Rica que tiene 300 empleados y 3.000 socios. Compra café a sus socios y lo vende en el mercado internacional, también hace lo mismo con el azúcar. Además, tienen una tienda de insumos agroindustriales, una gasolinera, un pequeño supermercado, actividades de reforestación, tiene terrenos para la venta… Al principio, la moneda local empezó a circular cada vez que uno de los socios compraba en cualquiera de los locales comerciales de la cooperativa: cuando compraban el equivalente a cien dólares, la cooperativa le daba el 10% en moneda local. La gente empezó a averiguar dónde los podía cambiar. Al principio, sólo los utilizaba en los ocho locales de la cooperativa, pero más tarde se consiguió que los negocios locales clave de la ciudad más cercana aceptaran la moneda de forma parcial.
Al año y medio de funcionamiento, se decidió trabajar con el aceite que se consume en los hogares y locales, que es mucho, porque allí se fríe todo. Se visitó escuelas para explicarle a los niños cómo el aceite contamina el agua y los niños empezaron, poco a poco, a traer aceite de sus casas o vecinos a la escuela. La cooperativa comenzó a comprarle el aceite a la escuela en moneda local, que podía usar para comprar material escolar, por ejemplo, y tomó ese aceite para convertirlo en biodiésel que usaba en sus tractores y camiones.
De esta forma, la cooperativa ya no gasta tanto dinero en diésel corriente; hay menos degradación ambiental porque se evitó que el aceite usado fuera a parar a los acuíferos y porque los gases de efecto invernadero del biodiésel son mucho menores. Además, cuando involucras a los niños en un proceso así serán adultos concienciados.
En este momento, el proyecto tiene el equivalente a 180.000 dólares circulando.
¿Puede suceder que alguien acumule moneda local y especule, como sucede con las monedas convencionales?
Uno de los principales beneficios de la moneda local es que acumularla pierde sentido, con lo cual la gente prefiere ponerla a circular. Puedes acumularla uno o dos meses, pero cuando llegues a los negocios locales con 20.000 unidades no podrás hacer mucho más que si tuvieras menos unidades porque no podrás pagar todo en moneda local. En el caso de los euros, si te sobran 20.000 euros los acumulas en el banco y no los tocas en muchos años porque la moneda convencional lleva implícito el interés, no así la social.
¿Cómo se fija cuánto vale algo en moneda social?
La organización responsable de la moneda le puede dar el valor que le dé la gana. Por razones prácticas siempre recomendamos la paridad de uno a uno, es decir, que una unidad de moneda complementaria valga un euro. Si una coca cola son 3 euros te cobrarán 3 unidades, aunque en algunos sitios rebajan algo el precio en moneda local para estimularla.
¿Las monedas sociales son útiles en todos los casos?
No en todos los casos, hay que valorar cada comunidad. En general, se crea una economía más estable y cuantas más transacciones haya con la moneda local en una zona, más riqueza se crea. Por definición económica, una crisis es una escasez de circulante: no hay suficiente moneda para repartir entre todos. Cuando tienes una moneda paralela circulando, mientras la economía está normal no se usa mucho. En ese caso, la utiliza sobre todo la gente que está en unas condiciones socioeconómicas deplorables porque su coste financiero es menor, no tienes que pagar intereses y eso ayuda a la gente realmente probre. Cuando hay crisis, mucha más gente va a empezar a pensar en cómo sobrevivir, cómo pagar la comida o la casa y eso hace que la gente haga más transacciones en moneda local.
Entonces, ¿es el momento para que en España se planteen estos proyectos?
Yo creo que ahora es mucho más importante empezar a cuestionarse cómo hacer del sistema algo más sostenible. Las monedas sociales son soluciones para localidades pequeñas. España debería cuestionarse la sostenibilidad su sistema económico, tal vez sea hora de plantearse algunas políticas neoliberales que hacen de la economía un sistema mucho más volátil que permite que unos pocos acumulen un montón mientras que otro montón va a la calle.
Yo no hablo mal del dólar o del euro, sino de cómo están diseñados: hablar de euro o de dólar es exactamente lo mismo que hablar de deuda, porque el dinero empieza a circular en las calles sólo a través de deuda. Pero creo que cumplen una función muy importante: son monedas globales para negocios y actividades globales, aunque están creando problemas importantes a niveles locales.
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