De forma inexplicable, aquello que sería imposible lograr a través del acuerdo conjunto de miles de personas se consigue gracias a la intervención de una mano invisible que coordina las decisiones de compradores y vendedores. De esta manera ambas partes realizan intercambios a un precio de equilibrio que resulta ser el más eficiente para la sociedad.
Es más, esa misma fuerza sobrenatural es capaz de, sin aparente esfuerzo, acumular la riqueza cada vez más en menos manos, bolsillos y cuentas corrientes. Así, por ejemplo, logra que los altos ejecutivos de las mayores empresas productoras de bienes y servicios obtengan salarios hasta 350 veces superiores a los de la clase trabajadora, indemnizaciones millonarias o incluso puestos de relevancia en cargos públicos.
Todo ello, a la vez que convierte a las personas empleadas en un molesto y precario estorbo que hay que intentar minimizar, dividir y explotar siguiendo la máxima de que no se entere tu mano (de obra) izquierda de lo que hace tu mano (invisible) derecha.
Más increíble todavía resulta la capacidad de este fenómeno paranormal para, en un mágico juego de manos, lograr que enormes sumas de dinero (nada por aquí, nada por allá) escapen de los controles fiscales y se desvanezcan por las cloacas del edificio del Ministerio de Hacienda.
Tal es su inaprensible sustancia que ni siquiera la clase política, el poder judicial o la familia Real son capaces de descubrir o anticipar sus movimientos de manera que la mano invisible muy pocas veces resulta esposada.
No menos espectacular y paranormal resulta la capacidad de esta mano invisible para arramplar con todos los recursos naturales que encuentra a su alrededor con el objetivo de poder maximizar los beneficios a corto plazo, lo que acelerará en el medio plazo nuestra llegada masiva al más allá.
Este chascarrillo forma parte de «Cuentos de la economía. Relatos para imaginar otro sistema». Ediciones Lentas, 2024.